Wednesday, November 14, 2007

ontheroad

Pocas veces uno piensa y reflexiona (con detalle y conciencia) acerca del poder y efecto que una canción (un “track...diría mi hermana a modo de burla) tiene sobre una determinada acción, sobre un determinado momento.

Presionas play. Y ahí está. Como por arte de magia. Ese mismo amado, esperado, o bien, apestoso temita que en milésimas de segundos logra transportarte, esa canción que permite que retrocedas a un momento equis que, sin buscarlo, esta música lo enfrascó y teloneó su desarrollo.

Curioso no? Y es que su autor ni debe imaginar lo que su canción ha provocado en ti, él tan sólo buscaba concretar pretensiones personales (o comerciales)...pretensiones que por ahora no vienen al caso profundizar (... y como si yo las tuviese archivadas, por ahí, entre mis papeles y recortes).

Infiero que esto me sucederá desde hoy (veinti tanto de julio). Sin querer eso pasó. Sin buscarlo apareció en mi playlist como un complemento musical perfecto de dos páginas un tanto “cargadas de plomo”. Párrafos intensos, que apoyados en “goodbye” de kevin sanders, lograron que ese atiborrado contenido literario-intelectualoide, atravesara mis neuronas de forma osmótica.

Palabra leída, palabra absorbida.

Vuelvo entonces al comienzo. Este flash simbiótico entre música y letra (saludos para drew), me ha inspirado desde hoy a crear uno, dos, tres (o los necesarios) playlist que me acompañen en ciertos eventos biográficos, que enmarquen y realcen las emociones propias vividas en el momento (algo así como una polaroid con sonido), que como al borde de un acantilado no sé cómo ni cuándo las hallaré.

Asimismo, de seguro cada vez que resucite en el ipod la banda sonora de lost in translation, lo más probable es que me recordará estos minutos de lectura sobre cuatro ruedas:

- a mí sentada

- a mí escribiendo

- a mí pensando en la próxima palabra (que irónicamente resultó ser “próxima”).

- yo. Desesperada de poner reinicio a este bus atascado en un terminal.

- yo. Agradeciendo, al mismo tiempo, esta detención que permíteme escribir de forma legible y no a tiritones (como lo refleja la parre superior de mi borrador).

El vendedor de charqui me distrae; ea!... puesta en marcha on the road.

Lindo, lindo lo que pasa. “Así es la mente humana”, pareciera escuchar salir esa frase con el melosos tono con el cual sólo mi apoderada sabe endulzar las palabras que escupe por esa “misma boquita con la que come”.

Ayer una sunny me hizo sentir una niña de ocho años. De la mano de mi madre. A la espera de que una fila repleta de niñas, como nosotras, avance para lograr el dominio completo y absoluto de las butacas de un cine desaparecido y evangelizado.

Una simple caluga hizo eso.

Hoy, un cuento me da vuelta la cabeza.

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