Wednesday, April 16, 2008

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Nunca he sido muy asidua a las telenovelas brasileras; quizás por sus temáticas o bien, quizás por el absurdo “hablado en español” que nuestros canales hacen a las respectivas producciones. Desde un tiempo a esta parte, una historia me ha conmovido, pues me ha impresionado como un culebrón brasileiro, a diferencia de nuestras telenovelas, día a día a eso de las 16.30 hrs se convierte en un arma aguda, punzante y denunciante de la realidad que se vive en su país de origen.

Niños gritando e insultando a sus propios secuestradores o un taxista deteniendo su carrera y haciendo bajar de su auto a un aparente empresario que en definitiva es uno de los hombres más corruptos del país; entiéndase como personaje (caricatura) dentro de la trama que “Prueba de Amor” nos entrega a través de las pantallas de tevé.

Y no deja de impresionarme la valentía con la que asume el quipo creativo de esta apuesta televisiva.

Como poca información manejo de la teleserie, es decir, sólo tengo como referencia el canal y horario de ésta, más nada se del equipo realizador y mucho menos de sus personajes, decidí googlearla. Para mi sorpresa, ésta es una de las pocas teleseries que no ha sido producida por la cadena O Globo, considerada como un cuasi monopolio de la televisión brasileña. ¿Será por ello que se atreven a germinar y radiar por Latinoamérica la denuncia del flagelo del secuestro y la corrupción?

Corrupción y política. Dos variables que hoy por hoy se encuentran simbióticamente entrelazados en la contemporaneidad latinoamericana. Por supuesto, nuestro país no se encuentra entre los primeros escalafones del ranking de países donde reina la truculencia social y política, sin embargo, tampoco se encuentra fuera de la lista, y lo más probable es que estos vicios lleguen para quedarse algún día en nuestra historia (espero que no).

No obstante, para efectos de la teleserie, Brasil es el país idóneo como escenario y como inspiración de flagelos como éstos. Todo lo que veo a través de “Prueba de Amor” (que de romántico nada tiene)dibuja la contrariedad absoluta a lo que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, vocifera en encuentros, reuniones o sesiones en las cuales reafirmar el trabajo de todo un país (Brasil) por construir una América del Sur políticamente estable, y próspera.

Niños sin documentación o con documentación falsificada, supuestas adopciones, engaños, sobornos y homicidios. Un claro caso que a diario se ve en Latinoamérica. Un informe, que recoge datos principalmente de las agencias humanitarias de la ONU, detalla que de los 211 millones niños entre los 5 y 14 años están implicados en actividades de trabajo, 120 son explotados a tiempo completo, mientras que 171 lo son en condiciones de riesgo para su vida. Asimismo, 300 mil son utilizados como "pequeños soldados", que son lanzados en primera línea para acciones suicidas y a los que se les suministra droga para vencer el miedo y matar a sangre fría.

Realidades y situaciones que claramente películas como “Ciudad de Deus” (Fernando Meirelles, 2000 ) o "Central do Brasil" (Walter Salles, 1998) han sabido graficar mediante las pantallas. A ello, podemos agregarle el relato de Benjamin Radford (Secuestro de órganos: peligrosamente falso), quien señala que la víctima es, por supuesto, un niño indefenso e inocente. Cómo se las arreglan los secuestradores para conseguir al niño no es parte de esta historia porque se asume que éste puede ser fácilmente secuestrado en la calle y dado luego por muerto.

El informe de la ONU resalta, además, que de los 100 millones de niños abandonados a su suerte en las calles, la mitad están en Latinoamérica (el restante…en Asia). Niños cambiados por oro o que son carnada del trafico de órganos. Marianita, Joaçiño y Ricardo, en la teleserie, se convierten en la personificación del abuso, denigración y violencia. Anti valores que a diario acechan a los niños del Brasil (en representación a la realidad que niños de de todo el mundo experimentan, claro está…por qué no).

En términos de corrupción y violencia ciudadana, Brasil se encuentra bajo la lupa de la opinión pública mundial. Hoy, en Río de Janeiro, la tasa de muertes violentas asciende a 73.6 por cada 100.000 habitantes, convirtiéndose en el teatro de una creciente violencia con enfrentamientos entre traficantes de favelas.

Asimismo, los secuestros express van en aumento, con un promedio de 500 por mes (algo así como poco más de 16 al día; cifra registrada hace cinco años), São Paulo se encuentra en el ranking internacional de las ciudades con un índice de mayor de riesgo. Es el delito que más asusta y que se ha convertido en un foco de preocupaciones oficiales para el gobierno de turno, y por consecuencia, se ha convertido en un tema de discusión, debate y fuente inagotable de estímulos gráfico y literario que ha desembocado en un sin número de historias y guiones.

Lo lamentable?: es un fenómeno en crecimiento que implica repercusiones en los campos sociales y políticos. Se ha instalado en la sociedad y ha comenzado a perfilarse en una verdadera industria, dado los beneficios y dividendos que otorga a quienes lo profesan: es una actividad antisocial que fácilmente mueve unos 70 millones de dólares anuales.

Sin duda que la realidad que nos azota como continente y como países subdesarrollados, está muy lejos de limpiarse en la medida de que siempre existen grupos de poder que terminan por beneficiarse con todo lo anteriormente planteado. No obstante, la realidad nos ofrece múltiples ejemplos de violencia y la televisión, a través de esta particular teleserie, se ha dispuesto a no silenciar e incluso a empatizar con las miles de víctimas del secuestro y corrupción política.

Posiblemente, “Prueba de Amor” sea vista como una crítica incontestable, pero lo que sí nos queda suficientemente claro como espectadores, es que en este mundo hacen falta más viejos “Gui”, mas “señores Padillas” y mas abogados como “Alexander”, quienes en cada capítulo nunca demuestran morir en el intento; intento por resguardar, proteger y dar un hogar a niños que recuerdan, entre maltratos por parte de sus secuestradores, haber tenido una familia alguna vez; intento por erradicar de la sociedad la basura que intimida y amenaza el bienestar de los ciudadanos de un país completo y la estabilidad social de nuestro querido conosur.

Informar sobre estos hechos de violencia, cuando muchas veces se desconocen evidencian una de las labores fundamentales de la televisión: educar. Hoy más que nunca la polifuncionalidad de este medio de comunicación social, permite que nos cuestionemos tópicos importantes, la mayoría de ellos asociados a temas valóricos y que nos formemos una imagen de mundo, situándonos en un contexto a partir del cual poder opinar con propiedad acerca de lo que ocurre en nuestro entorno, por más “lejano” que éste pareciera situarse.