Monday, September 05, 2005

teleclub_ag [01/03/05]


y te beso con un beso

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[today] listen to gustavo lamas

bang bang [chapter II]



[...] Según postula el analista internacional Raúl Sohr, en su libro “Las guerras que nos esperan”, el mundo entero, especuló durante semanas sobre los motivos de semejante destrucción. Los terroristas no dieron indicación alguna hasta el 7 de octubre, el mismo día que comenzaban los bombardeos estadounidenses sobre Afganistán, cuando el presunto autor intelectual de la agresión, el saudí Osama Bin Laden al mando de su red Al Qaeda, proclamó ante las cadenas de televisión: ‘He aquí a Estados Unidos golpeados por Alá en su punto más vulnerable, y destruidas, gracias a Dios sus obras más prestigiosas’ (...) (Sohr, 2001, p. I)
Quizás tienen razón los que mantienen la tesis de la estrecha simbiosis entre terrorismo y medios de comunicación: no se puede ignorar que la aparición y desarrollo de los grandes medios de información, especialmente la televisión ha influido en este ‘sida de las relaciones internacionales’, como ha llamado al terrorismo, José María Carrascal.
Nadie ha plasmado mejor esa supuesta complementariedad entre medios informativos y terrorismo que aquel viejo periódico anarquista editado en San Francisco llamado ‘The Truth’, que se anunciaba entre su clientela revolucionaria con este mensaje: ‘The Truth cuesta dos centavos el ejemplar; la dinamita, cuarenta centavos la libra. Compre los dos: lea el uno y use la otra’.
El terrorismo se inspirará en aquel proverbio chino que dice: ‘mata uno y espantarás a diez mil’. Para conseguirlo, la acción violenta necesitará de testigos: los medios de comunicación se transformarán, en la intención de los violentos, en su vínculo de unión con las víctimas, enemigos y público. El terrorismo logra sus efectos gracias a la atención que a sus actos prestan los medios de comunicación.
Los medios de comunicación estadounidenses y del orbe “jugaron” a identificar a los actores y factores sociales y políticos que contribuyen a las causas del crimen, así como también, castigar a los criminales y crear una imagen de condolencia mundial, avalando (muchos de ellos) cualquier acto de “justicia” enmarcada dentro de la política estadounidense que tratase de castigar a los culpables, a los fundamentalistas islámicos...y por último, al gran gestor: Mister Osama Bin Laden.
El "crimen contra la humanidad", ocurrido aquel 11 de septiembre de 2001, alineó a los mass media contra el terrorismo, y hacia una postura justa y crítica contra las causas y consecuencias de ese crimen. Paradójicamente, si bien el atentado al World Trade Centre estimuló el sentimiento crítico de los analistas, periodistas y de la opinión pública en general, todos estos discursos apuntaban hacia un oriente: existía un enemigo y ese enemigo era Osama Bin Laden, Estados Unidos fue la víctima y, por ende, se estigmatizó y condenó injustamente (por un proceso de generalización) a Oriente como la cuna del mismo demonio.
No obstante, y dada la naturaleza occidental de los grandes conglomerados comunicacionales, la información de la cual fuimos testigos estuvo sesgada por los mismos intereses que encubren cada uno de ellos. Es así, como muchos de ellos suprimieron explicaciones y negaron conocimientos, transformándose en verdaderos voceros de las políticas gubernamentales estadounidenses e inglesas, "ordenada y ejecutada para máximo beneficio de EE.UU.", como la definió el periódico The Guardian, (obviamente, consideradas en situaciones como éstas, como una sola).
De esta forma, los medios lograron crear y orientar una opinión pública mundial de repudio y odio hacia Bin Laden. Por otro lado, el gran esfuerzo y complejidad entre la simbiótica relación entre política gubernamental, terrorismo y medios de comunicación social, radica en intentar entender los condicionantes de fondo que permiten a los terroristas capitalizar el odio hacia Estados Unidos (en representación de Occidente).

Inspired in Fahrenheit 9/11
feat. Lorny

bang bang [chapter I]



Cuatro aviones utilizados como “bombas” se estrellan a 900 km/h. Dos torres caen. El mundo no vuelve a pestañar, el dolor de quienes perdieron a algún familiar se percibe, se respira. Toda la cadena de acción desde las 8.15 de la mañana entró en los hogares de quienes sintonizaban por equis motivo algún canal de televisión. El impacto fue tal, que no importaba si el televisor estuviese programado en CNN, en un canal nacional, o incluso, en MTV.
Y mientras todos se horrorizaban…¿Dónde estaba Bush?......En una escuela de Florida, rodeado por niños que aún se encontraban ajenos a tal escabroso hecho, se aprontaba a leerles “Mi mascota el chivo”, de pronto se acerca a su oído una voz que acaba con todo rastro de tranquilidad: “¡¡¡Señor Presidente, la nación fue atacada!!!”. Sin embargo, en vez de suspender la actividad y tomar las medidas necesarias para controlar la situación, se queda por largos minutos sentado frente a los pequeños que gozaban escuchando la lectura de Mister Bush….¿Es así como debe reaccionar un Presidente?
Durante los días siguientes el gobierno norteamericano afianzó su postura de ataque contra el terrorismo…terrorismo que tenía un nombre clave: Osama Bin Laden. Así, Bush y sus Secretarios de Estado, bombardearon a la opinión pública con creíbles mensajes, encabezados por los “grandes esfuerzos” que hacía el ejecutivo para capturar al jaque saudí.
El líder republicano comenzó a ganar gran popularidad entre los estadounidenses, quienes creían férreamente en sus promesas. Sin embargo un mes antes del 11S, el gobierno tuvo en sus manos un documento que aseguraba un atentado por parte de Al Qaeda con secuestro de aviones en el país y no se tomaron las medidas pertinentes para controlar algo que podría haberse evitado. ¿Qué pasó señor Bush…es esto el verdadero interés por combatir el terrorismo o fue la necesidad de repuntar en el ranking de apoyo ciudadano, y proteger sus intereses económicos?
Es más, luego del atentado, cuando todo tipo de transporte aéreo estaba prohibido, el gobierno permitió la salida en avión de los familiares de Bin Laden, que tienen el 7% de la tierra de Tío Sam en sus manos gracias al aporte billonario que hacen en ese país. Como afirma Michael Moore en su documental Fahrenheit 9/11, si tanto les interesaba tener la cabeza de Bin Laden, lo lógico hubiese sido que retuvieran a los miembros del clan saudí para obtener información sobre el paradero del jaque. Sin embargo, no lo hicieron.
Luego de la decisión por encontrar a Bin Laden y el posterior ataque a Afganistán, George Bush determinó que debían atacar a Irak debido al peligro que el país del antiguo Imperio Otomano representaba para la humanidad. Para ello, su carta de ataque tuvo como raíz la existencia de armas de destrucción masiva en la tierra liderada por Saddam Hussein. Así, esta nueva guerra, que parece tener como gran causa el control de la segunda napa petrolera del mundo después de Arabia Saudita, es una frontera imperial que anuncia la doctrina creada por la Era Bush.
El ex vicepresidente, Al Gore, a quien George W. Bush arrebató la presidencia con un fallo de la Corte Suprema, afirmó que el líder republicano ha decidido abatir la idea del derecho internacional y cambiarlo por un sistema en el que no existe otra ley que la voluntad del Presidente de Estados Unidos. De este modo, es claro que la situación doméstica prevalece sobre la internacional, pese a la enorme galería de enemigos reales e imaginarios que la administración republicana no cesa de colocar a la luz pública.
Sumado a esto, se encuentra el apoyo de los medios de comunicación al gobierno luego del 11S, donde las informaciones provenientes de ellos hacían eco de la voz gubernamental. Minuto a minuto éstos se alimentaron de la cronología de los hechos, los cuales acapararon portadas, editoriales o cuerpos especiales, tanto en televisión como en radio o la prensa escrita. Fue imposible desconocer lo que en Estados Unidos ocurría, por más lejos que estuviésemos viendo a los dos aviones penetrando el corazón financiero del mundo, el World Trade Center, el dolor se volvía prácticamente propio. [...]
Inspired in Fahrenheit 9/11
feat. Lorny